Últimamente, muchas lecturas y relecturas para cumplir con tal o cual compromiso: Los detectives salvajes para un curso (aún no sé qué voy a decir); Rojo y negro para un círculo de lectura; Blade-runner, de Philip K. Dick, para la clase de cine; La suave patria, de López Velarde, y Sylvie, de Nerval, para programas de radio; muy lentamente, la segunda parte del Quijote (edición Guanajuato, donde la compré el año pasado en el Coloquio Cervantino) y el Polifemo (en la minuciosa edición de Jesús Ponce Cárdenas, que a partir de ahora será laedición). Además, Metamorfosis de la lectura, de Román Gubern, para presentación en la Feria del Libro, y Roberte esta noche, de Pierre Klossowski, porque vino al caso. No me siento orgulloso: estar en muchos textos al mismo tiempo es en realidad no estar en ninguno. La lectura seria requiere (exige) abismarse largo tiempo en un solo texto. Por lo demás, tampoco me quejo: vivo de mi vicio.